El Festival Internacional de Cine del Sáhara se celebra por cuarta vez en Madrid cuando se cumplen 50 años de la Marcha Verde. Su lema es «Resistir es vencer».
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«Nunca he sentido el Sáhara sólo como un espacio geográfico, sino como un estado de ánimo; y estas tierras usurpadas, ocupadas, tienen un pedacito sustancial en lo más profundo de mi corazón».Estas palabras de Pilar Bardem, una de las impulsoras imprescindibles del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara), reflejan la resolución que anima un proyecto que cada año se acerca a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Proyecciones, mesas redondas, talleres de cine y otros eventos culturales pueblan varios días en los que cineastas, artistas, defensores de derechos humanos y periodistas de todo el mundo visitan la zona y tienen ocasión de conocer e intercambiar experiencias con la población refugiada.
En esta ocasión, cuando se cumplen 50 años de la Marcha Verde, se celebra por cuarta vez en Madrid, donde en aquel lejano 14 de noviembre de 1975 se firmaron los Acuerdos Tripartitos que traicionaron al pueblo saharaui. Su lema, recuperado de su XVIII edición en los campamentos, es «Resistir es vencer». En palabras de su directora ejecutiva, María Carrión, el FiSahara quiere ser «una celebración de una lucha de décadas que hoy sigue igual de viva».
Lo que hoy es un evento consolidado internacionalmente, que forma parte de una red que agrupa a más de 60 festivales de cine y derechos humanos en todo el mundo, empezó de manera un tanto accidental, tal y como recuerda el realizador Javier Corcuera, quien fuera codirector del certamen durante 10 años. «Yo había dirigido hacía poco La espalda del mundo, que había sido premiada en el festival de Donosti, y me encontraba en los campamentos para ver la posibilidad de hacer algo similar con la situación del exilio saharaui en la hamada. Y allí, entre té y té, surgió la idea de liarnos la manta a la cabeza y, en vez de una película, organizar todo un festival internacional», relata. Esa idea, que en un principio parecía una locura, poco a poco fue germinando hasta ver la luz en 2003.
Festival «a puro pulso»
Aquellas primeras ediciones salían adelante «a puro pulso», con más ilusión que medios: «El avión rebosaba de latas de películas en 35 mm que teníamos que acarrear, teníamos que ir cada tarde a comprar carburante para los grupos electrógenos, muchas veces nos movíamos entre campamentos haciendo autostop para conseguir material… Todo era una aventura», rememora Ahmed Mohamed Fadel, El Rubio, la contraparte saharaui de este proyecto. Pero para Corcuera todo merecía la pena: «Ver luego las proyecciones en pantalla gigante en mitad del desierto, el sonido de los proyectores, la población refugiada entregada al evento… era todo mágico». Y, además, con el tiempo, «se consiguió un objetivo que estaba siempre presente en nuestras mentes: sentar las bases de una escuela que permitiera a los saharauis hacer sus propias películas».

Una escuela de cine en los campamentos
La Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh, popularmente conocida como ‘Escuela de cine saharaui’, se inauguró en 2011 con el objetivo de capacitar a los jóvenes de los campamentos de personas refugiadas en la producción de cine y vídeo para que pudieran retratar sus propias vidas, abordar problemas críticos y empoderar a la comunidad. Y, pese a los permanentes problemas de financiación, es sin duda un objetivo conseguido con creces, tal y como afirma Brahim Chagaf, perteneciente a su primera promoción: «Sí, esa experiencia le dio sentido a mi vida: a través del cine me siento útil a mi pueblo y a mi causa. Hemos conseguido visibilizar nuestra realidad en el exterior, y a la vez convencer a la sociedad saharaui de las posibilidades que tiene este medio como herramienta de lucha y concienciación».
Chagaf, que actualmente vive en España, llegaría a convertirse en profesor adjunto de la escuela y más tarde en jefe de estudios, hasta 2023. Por el camino nos ha ido regalando un ramillete de películas con las que explora y profundiza en la identidad de su pueblo: Leyuad, Toufa, Patria dividida… y muy especialmente Khruju Fel-luju, una divertida sitcom que narra las vicisitudes de la juventud exiliada en los campamentos y que ha supuesto todo un acontecimiento tras su emisión en la televisión saharaui.
Pese a los obstáculos que ha ido encontrando en su camino –el último, el recorte en la financiación por parte de donantes estadounidenses– el festival ha seguido apuntalando aquel objetivo con el que se creó hace ya 22 años: empoderar, entretener y dar formación audiovisual a la población refugiada del Sáhara Occidental empleando el cine como instrumento para la transformación social.

Así, este noviembre estamos llamados a una nueva cita con el FiSahara para, tal y como remacha María Carrión, «ayudarnos a conocer el cine saharaui y, a la vez, mantener no solo viva la llama de este pueblo, sino a potenciarlo mediante su proyección internacional».
La edición de 2025
Este año, la IV edición madrileña del FiSahara se está celebrando del 6 al 8 de noviembre. El acto de apertura tuvo lugar ayer en la sala Mirador y en él se rindió homenaje a Mariem Hassan, «la voz indómita» del Sáhara, quien falleció hace 10 años pero ha dejado una huella imborrable en la memoria musical de su pueblo. Esta inauguración, a la que asistió su hija Aghaila, contó con la proyección de Mariem, cortometraje documental de Javier Corcuera, presentado recientemente en el Festival de Málaga, y estuvo acompañada de una actuación musical de la asociación de artistas saharauis en la diáspora.
Los siguientes días, el festival se traslada al Círculo de Bellas Artes con dos sesiones por jornada: hoy viernes 7 dará comienzo con la sesión «Resistir cantando», sobre la vida y el legado de Mariem Hassan, seguida de «Resistir desde el exilio», ambas acompañadas de proyecciones y mesas redondas con la participación de saharauis como el abogado Sidi Talebuya o las activistas Fati Haddad y Salka Mahfud.
El sábado 8 se presentarán los dos últimos números de la revista La Marea, en los que dedicamos parte del contenido al Sáhara Occidental, para dar paso más tarde a una nueva sesión titulada «Resistir siendo: las trincheras del cine y la cultura», que resalta la importancia del cine como vanguardia en la lucha por la identidad de los pueblos.
El festival se cerrará con la sesión «Resistencias no violentas: de la huelga de hambre de Aminetu Haidar a la Global Sumud Flotilla», en la que se estrenará el documental Aminetu. Le seguirá una mesa redonda sobre la huelga de hambre protagonizada por Haidar en 2009 y sobre la reciente acción de la Global Sumud Flotilla, uniendo así la realidad paralela de dos pueblos sojuzgados, el saharaui y el palestino