lunes, noviembre 04, 2024

Serrat y la progresía monárquica del 78

 

Federación de Republicanos (RPS)


Como cada año, Oviedo se ha engalanado para la entrega de los Premios Princesa de Asturias. El evento es todo un acto de magnanimidad de la monarquía, que usa a los asturianos y asturianas y su bucólica geografía como escenario para vender campechanía, cercanía y, sobre todo, vampirizar el prestigio de los premiados. Los fastos de estos premios tienen un presupuesto anual de casi siete millones de euros que salen, sobre todo, de dinero público y de donaciones de las empresas oligárquicas españolas, gracias a una ley de mecenazgo que beneficia fiscalmente a las compañías que patrocinan la gran cita anual de legitimación popular de los Borbones.


En la edición de este año, uno de los premios ha sido ni más ni menos que Joan Manuel Serrat, que lleva sin cantar desde 2022 y ha usado el homenaje para despedirse de su público. Aunque no lo parezca, el premio se lo ha entregado Serrat a la monarquía.


Los Premios Princesa de Asturias suponen que la monarquía se aprovecha del prestigio social de los galardonados para premiarse a sí misma, para proyectarse a través del esfuerzo y méritos de los homenajeados e ir trabajando la buena prensa del heredero o heredera al trono. Y es aquí donde entra en juego Joan Manuel Serrat, que en 1968 se negó a ir a Eurovisión porque le negaron poder cantar en catalán.


56 años después, el cantautor catalán se ha prestado de forma acrítica a ser utilizado por la línea sucesoria del dictador, que es en realidad lo que significa políticamente la monarquía española. En un momento donde la monarquía goza cada vez de menos apoyo popular por su corrupción, Serrat ha usado todo su capital simbólico para regalárselo a la Familia Real. Eso sí, lo ha hecho con mucha poesía, haciendo un discurso precioso contra el neoliberalismo y mostrando su inconformidad con el mundo injusto en el que vivimos. Mucha poesía para endulzar demasiada porquería.


Joan Manuel Serrat se podría haber negado a aceptar un premio que entrega un jefe de Estado cuya legitimidad se basa en el nombramiento del dictador que le prohibió cantar en catalán en Eurovisión. Descartada la opción más valiente, al menos podría haber tenido en su discurso alguna crítica a la monarquía, a su corrupción o incluso a las revelaciones de Barbara Rey en las que deja entrever que el 23F fue un autogolpe de Estado del propio Juan Carlos de Borbón para hacer olvidar que su nombramiento provenía directamente del deseo de Franco y con ello hacer juancarlista a Felipe González y a las bases del PSOE.


Joan Manuel Serrat ha envejecido ideológicamente igual de mal que la progresía del 78, que rápidamente entendió que para ganar dinero, estatus y que se le abrieran las puertas de la Corte tenían que adaptarse a las imposiciones del postfranquismo. Escribo postfranquismo y no Transición porque en España no podremos hablar de Transición hasta que no nos dejen votar en referéndum sobre la Jefatura de Estado.


El discurso de Joan Manuel Serrat en la entrega de los Premios Princesa de Asturias fue precioso, pero de un símbolo como él se hubiera esperado mayor compromiso democrático. Joan Manuel Serrat, como otros ilustres progres del Régimen del 78, no tuvo ningún problema en firmar manifiestos en contra de un referéndum en Cataluña cuando el procés puso en jaque al régimen monárquico, pero está todavía por ver que se posicione abiertamente contra la institución heredera del franquismo.


Fuente: DiarioRed

miércoles, octubre 30, 2024

Pepín el obrero: un legado que no debe morir


Fotos: Pepín el Obrero

Texto: Fede Gayardo

Este lunes el mundo celebraba el Día Mundial de la Fotografía y Cuba despedía a uno de los grandes del lente. Qué triste coincidencia, pero que bonito homenaje a uno de sus creadores más queridos.

José Antonio Medina, ‘Pepín el obrero’ para toda la isla, dijo adiós dejando tras de sí una estela fotográfica inconmensurable. Con su cámara y con un intenso trabajo desde muy joven, dedicó su vida a plasmar en imágenes los más importantes sucesos culturales de la isla.

Pepín será recordado en todo el país…en La Habana, en Holguín, en su Tacámara natal y en su adoptiva Santiago de Cuba. Fuera de la isla le llegarán también los homenajes porque fue un hombre que se dejó querer y quiso bien.

Silvio Rodríguez y Omara Portuondo
Silvio Rodríguez y Omara Portuondo

El teatro Karl Marx fue su casa por más de 30 años, “para mí prácticamente la mitad de mi vida”, como bien dijo en conversaciones con Cuba Noticia 360, medio del que fuera uno de sus más antiguos y constantes colaboradores.


Fue gracias a su trabajo en el “Teatro de los grandes acontecimientos” que Pepín no solo fue testigo de los más grandes eventos culturales, sino que dejó muestra de ello en imágenes y que conoció a múltiples figuras nacionales e internacionales que admiran su obra.

Joan Manuel Serrat, Fito Páez, Juanes, Joaquín Sabina, Geraldine Chaplin, Víctor Manuel, Johny Ventura, Pancho Céspedes, Leo Brouwer, Danny Rivera, Ana Belén, Benicio del Toro, Silvio Rodríguez, Paco de Lucía, Rosario Cárdenas, Omara Portuondo, Juan Formell, Frank Fernández, Pablo Milanés y Rosita Fornés, entre muchísimos otros, integran una interminable lista de personalidades que pasaron a través de su lente para quedar por siempre en esa gran fotografía de país que Pepín legó.

Este artista dejó el alma, aprovechó la luz, supo sacar imágenes únicas, pero sobre todo, vivió sus años con amor y entrega a una profesión que para él era la vida misma.

A Pepín le agregó “el obrero” porque un día mientras revisaba su expediente laboral en el teatro Karl Marx notó que esa era la plaza que le habían asignado: ‘obrero no calificado’. Esa es la ocupación que tenía en el teatro.

No obstante, hablando con la revista Fullframe, aseguró que se sentía orgullo de ello porque “este ‘carga palos’ trabajó con lo que más vale y brilla de la cultura y muchos artistas cuentan conmigo para hacer sus fotos. No es un apodo usual, pero eso soy yo, un simple obrero, ¿y por qué no?, soy un obrero de la cultura”.

Según contó, él era el único allí que estaba graduado de primer nivel como director de escena, pero a pesar de las recomendaciones y documentos que acreditaban sus estudios, no existía esa plaza en el teatro. Pepín tenía cartas de la directora de escena del Royal Ballet y de otras instituciones extranjeras, y por si fuera poco, también de los mejores coreógrafos y directores cubanos, como Santiago Alfonso. 

Su obra no se redujo a la foto fija, sino que colaboró además con algunos de los más importantes realizadores de videoclips de la isla. Aunque Pepín hizo el making de fotografía de varios de esos materiales, el teatro significó demasiado para este “Rey de la oscuridad”.

“El problema es que como yo convivo en el teatro, hago fotos desde donde nadie las puede hacer. Ningún fotógrafo que va de fuera al Karl Marx tiene la posibilidad de hacer las fotos que yo hago porque yo las hago desde los lugares más inhóspitos o del techo, a 14 metros de altura”, dijo Pepín a Cuba Noticias 360.

Pepín tenía un arsenal de imágenes único e incalculable. En su casa apenas había espacio para algo más, las paredes estaban repletas de fotos. Ese era también su templo…el espacio donde atesoraba todos esos momentos únicos que durante más de 30 años le regalaron su pasión y el obturador de su cámara.

Sin decir adiós, porque las imágenes no se van nunca, Cuba despidió a José Antonio Medina Pérez y se queda con la satisfacción de una isla que tuvo y tendrá a Pepín, el hombre de luces y sombras, el dueño de las instantáneas de los grandes en escena y, sobre todo, el obrero de una cultura que deberá rendirle homenaje hoy y siempre.

viernes, agosto 23, 2024

A vueltas con el patriotismo


Luis García Montero, “Entre los patriotas y el vacío”, Infolibre, 17 de agosto de 2024 

La cultura es sobre todo un sentido de pertenencia. Por eso en la palabra cultura cabe todo lo que tiene que ver con la familia, la comunidad, la religión, las tradiciones, la memoria, la imaginación, el deber, la disidencia y el lugar en el que sentimos los mandatos del bien y del mal. Porque el sentido de pertenencia, como el bien y el mal, supone un mandato.


La suerte de haberme encontrado en la Granada de los años 60 con Federico García Lorca hizo que mi vocación literaria se relacionase con un sentido de pertenencia fundado al mismo tiempo en el amor y la disidencia. Y esto no sólo tuvo que ver con las tensiones inmediatas entre la palabra libertad y una dictadura, o entre la poesía y el utilitarismo sin escrúpulos de los negociantes. Tuvo que ver incluso con el propio sentido de pertenencia. Federico era muy de Granada, muy andaluz, muy español. Sin embargo, fue ejecutado por un golpe militar y una guerra civil que destruyó España durante cuatro décadas por culpa de una gente y unos intereses que se autollamaban nacionales. Esa paradoja, la mentira del falso patriotismo, la comprobé pronto al leer La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca (1971), el libro fundacional de Ian Gibson, un amigo irlandés. Esta denuncia de Gibson la encontré también en un artículo que Dámaso Alonso, un amigo madrileño, había escrito durante la guerra. Era una broma negrísima llamarse nacionalista cuando se ejecutaba al poeta que, desde el corazón de la vanguardia, reivindicó para darle más vida a las tradiciones españolas.

Lorca había reivindicado con Falla la música popular andaluza en su Poema del cante jondo y había indagado en las tradiciones con otro libro muy granadino y andaluz, el Romancero gitano. Pero ir conociendo las inquietudes del poeta suponía dialogar con todo lo que estaba al otro lado, una identidad tan propia como abierta, porque se fundaba en la curiosidad por los demás y en la flexibilidad de las propias raíces. El poeta andaluz era un amante de la poesía gallega de Rosalía de Castro y se declaraba con alegría catalanista poco después de conocer la ciudad de Barcelona. El poeta granadino sentía que se hubiese expulsado de la ciudad a los árabes y confesaba su amor por los moriscos y los judíos que todos llevamos dentro. El poeta se sentía muy español, pero estaba más cerca de un chino bueno que de un español malo.

En la Granada franquista de los años 60 fue una suerte acercarse al sentido de pertenencia de la mano de García Lorca. El poeta había vivido su adolescencia en los tiempos de la Primera Guerra Mundial, los himnos de muerte en nombre de las banderas, y en la España de la Restauración, cuando la política oficial de amor a la patria y sus colonias era la mascarada que escondía el egoísmo avasallador de los caciques. Vivió, además, una religión falsa que había olvidado el amor de Jesucristo para encarnar los dogmas de la represión y las legitimaciones impúdicas del poder. Así que para sentir amor al prójimo había que olvidarse del catolicismo y para sentirse español y amar a España había que alejarse de los patriotas. Fue una lección decisiva a la hora de comprender mi sentido de pertenencia.

La lección de Lorca es que no hace falta convertirse en un embajador del vacío y la nada para rechazar las mentiras del falso patriotismo. Que uno puede sentirse comprometido por amor a una comunidad sin caer en las banderas de las mentiras y en el odio a los otros

Cuando la cultura franquista hizo del folklore andaluz un signo de su identidad, García Lorca fue perdonado por sus asesinos para llevarlo a las coplas y los tablados. El franquismo pobló la cultura de Sur y trajes de gitana mientras se llevaban el desarrollo económico y la mano de obra barata hacia el Norte. Y Lorca fue entonces una referencia falsificada. Era lógico que sus lectores nos refugiásemos como respuesta en Poeta en Nueva York, el libro en el que un poeta granadino había denunciado la crisis internacional del capitalismo. Los negros ocuparon como víctimas el lugar que antes sufrían los gitanos, en un libro que denunciaba de manera universal el racismo, la violencia, el machismo, el hambre y la falta de respeto a la dignidad humana. En Grito hacia Roma, el poeta le echó en cara al papa Pío XI que se olvidara de Jesús para pactar con Mussolini. El andaluz españolista se declaraba defensor universal de los derechos humanos: “Porque queremos que se cumpla la voluntad de la tierra que da sus frutos para todos”.

Cuando en los años 90 se publicaron las Prosas inéditas de juventud de García Lorca, en una edición de Christopher Maurer, un amigo norteamericano, me emocionó comprobar que la identidad abierta de García Lorca había escrito a los 19 años un artículo titulado El Patriotismo. Denunciaba la mentira de todos los que invocan su amor a una tierra para someterla al fanatismo y a la ambición de sus caciques. Los catalanes de hoy, los españoles de hoy, los europeos de hoy, los habitantes de cualquier parte del mundo, deberíamos leer con atención a Federico García Lorca para calibrar bien nuestro sentido de pertenencia. Su lección es que no hace falta convertirse en un embajador del vacío y la nada para rechazar las mentiras del falso patriotismo. Que uno puede sentirse comprometido por amor a una comunidad sin caer en las banderas de las mentiras y en el odio a los otros.

Ian Gibson', El patriotismo', una diatriba juvenil de Federico García Lorca”, Infolibre,17 de agosto de 2024 

"Que fue en Granada el crimen / sabed –¡pobre Granada !–, en su Granada”: la elegía de Antonio Machado sigue siendo una de las más conmovedoras. Y eso que hay miles, en diversos idiomas. Escrita al confirmarse, a comienzos de septiembre de 1936, la infausta noticia, le dolió al sevillano hasta las raíces del alma, porque a Federico lo conocía, lo quería y lo admiraba. En vísperas de otro aniversario del magnicidio, llevado a cabo cerca del manantial de Alfacar denominado por los árabes Ainadamar, La Fuente de las Lágrimas, Lorca es hoy el poeta y dramaturgo español más conocido y amado internacionalmente de todos los tiempos.    

No me detendré en repetir lo sabido. Con una excepción: el nombre y apellidos del mayor responsable de aquella barbaridad, Ramón Ruiz Alonso, exdiputado ultracatólico de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y autor, en 1937, de un manual fascista, Corporativismo, prologado desde Portugal por su admirado jefe, José María Gil Robles. Manual explícitamente fascista que rezuma odio contra los del otro lado, empezando por el catedrático y ministro socialista Fernando de los Ríos, maestro predilecto del joven Federico. 

El 10 de junio de 1936 había salido en El Sol de Madrid, tal vez el diario serio más leído entonces, una entrevista con Lorca, a cargo del famoso caricaturista Luis Bagaría. Sus respuestas a las preguntas fueron entregadas escritas, por cautela. El poeta declaró que la “Toma” de Granada por los Reyes Católicos en 1492 fue “un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas”, y que dio paso “a una ciudad pobre, acobardada; a una tierra del chavico, donde se agita actualmente la peor burguesía de España".

Me consta que los que preparaban en Granada la sublevación militar se enteraron en seguida del contenido de la entrevista. Ya tenían materia más que sobrada para justificar su inquina. Yerma, por ejemplo. Pero esto fue el colmo.

Lo que no podían saber es que, entre el enorme acopio de escritos juveniles del escritor emergente, no publicados hasta décadas después de su inmolación (poemas, teatro, ensayos...), se encontraba el que sigue, con fecha 29 de octubre de 1917, cuando solo tenía diecinueve años. 

El Lorca adolescente es un rebelde acérrimo contra el Dios judeocristiano y sus acólitos, pero fervoroso admirador de Cristo, con quien se identifica a un nivel muy profundo (en otro momento lo llama “Socialista Divino”). En sólo dos décadas, dos, iba a crear una obra extraordinaria, con mucho que decir todavía. Pero se lo impidieron. Fue un mártir por la libertad, como su paisana Mariana Pineda. 

Recomiendo la lectura de El patriotismo al PP y Vox, cuyo aborrecimiento hacia todo lo que huela a izquierdas se expresa día tras día en sus medios de comunicación y, para más inri, en el Congreso de los Diputados y el Senado. Para mí son ellos, no los otros, la auténtica “Anti-España”, incapaces de asumir las enseñanzas de Jesús, incapaces de asumir que España, quieran o no, es un país mestizo, crisol de culturas, y sin haber leído, me imagino, ni una sola palabra de Américo Castro.

El patriotismo

Por Federico García Lorca

¡Cuántas veces nos han hablado del patriotismo! Siempre hemos entendido desde niños al patriotismo por un sentimiento que tiene por espíritu a un trapo de colores, por voz una corneta desafinada y por fin defender las tumbas, las casas etc., etc., de nuestras familias.  

Los encargados de danzar ante el sacro fuego de sus ideas son unos señores muy ordinarios con bigotes tiesos y voces campanudas que nos hacen a los jóvenes besar una cruz infame formada por la bandera y una espada; es decir la cruz de las tinieblas y de la fuerza.  Hay que pensar para qué sirve toda esa multitud de muñecos grotescos que son sacerdotes del patriotismo y que van arrollando a la dulzura y al amor. No se puede concebir por qué todo un pueblo se lanza contra otro únicamente  por esta pasión... En España nos las damos de muy patriotas.  En la escuela nos dicen: “España es nuestra segunda madre y el  Rey su representante”, es decir, su maniquí... Y nosotros mirábamos al maestro que, encendido el pecho de entusiasmo, nos decía:  “Es nuestra segunda madre. Vosotros como buenos hijos debéis dar hasta la última gota de vuestra sangre” (esta es la frase de cajón). Paseábamos por la calle y al fondo de ella aparecía el ejército brioso, marcial, marchando elegante al son de una sinfonía bélica... y nos daban escalofríos, autosugestionados por el medio ambiente, y nos descubríamos ante la bandera con un no sé qué. Indudablemente los tramoyistas de la vida nacional preparan admirablemente los efectos. Producen emociones involuntarias valiéndose del aparato y de la música. Hay que confesar que la fastuosidad y la etiqueta mezclada con sones apabullantes de músicas produce en las muchedumbres el vértigo. Primero el gran aparato de las armas les produce el miedo y el asombro y luego las músicas les sugieren los sentimientos amables... porque nada como la música comprendida por muchas almas a la vez para formar una sola en una sola voluntad. Es el efecto que recibe la multitud sin darse cuenta. Hay que ir contra esas exhibiciones llenas de lástima y con los oídos del alma tapados como Ulises se tapó los suyos para no caer en la tentación de las hadas del mar... ¿De qué se valen las congregaciones religiosas sino de la fastuosidad y de la riqueza para atraer a la multitud? Saben muy bien que la masa es muy impresionable y le hacen postrarse ante el brillo del oro. Y se da el caso raro de gentes que comprendiendo lo ridículo e imbécil de dichos actos asisten a ellos para recrearse en su solemnidad y teatralidad. En la idea de patriotismo se supeditan las pasiones, el amor, la caridad y la dulzura a la flor áspera y punzante del deber... Es la idea fin del patriotismo convertir muchas almas en cuerpos... Las creencias individuales, sus apasionamientos, sus amores quedan supeditados a la voz de un hombre que grita muy grave: “Ordeno y mando”, y lanza los cuerpos unos contra otros porque las almas volaron al comenzar la tragedia. 

Por patriotismo la verdadera patria fue deshecha y escarnecida. Por patriotismo nacieron los males de la tierra. Por patriotismo fueron los hombres odiosos y crueles...

Es necesario, preciso que las multitudes se despierten llenas de amor y caridad. Es preciso acabar con lo inútil de las ideas patrióticas. El patriotismo es uno de los grandes crímenes de la humanidad porque de sus senos podridos por el mal surgen los monstruos de la guerra. Por patriotismo los hombres han caído en las negruras de la muerte. Por patriotismo la verdadera patria fue deshecha y escarnecida. Por patriotismo nacieron los males de la tierra. Por patriotismo fueron los hombres odiosos y crueles... Las banderas son los símbolos de la oscuridad y de la negación de Dios... Al hallarse los hombres divididos pusieron el ideal de su bienestar sobre esos trapos de colores que flotan como orgullos con forma sobre todo el mundo. Desde la escuela, en vez de enseñarnos a amarnos y ayudarnos en nuestras miserias, nos enseñan la deplorable historia de nuestros países salpicados de sangres, de odios, y nos dicen: “Aprended a matar a vuestros enemigos. Mirad. ¿Veis este retrato? Pues es Felipe II, que quemó 8.000 herejes. ¡Admirad este otro! Es el Cid Campeador, que luchó contra la cruel morisma y que en Valencia asesinó a muchos hombres... Y este es Santiago, patrón de España, que luchó contra los moros y los exterminó”. Las almas de los niños se educan en ese ambiente de fuerza y de crueldad y llegan a considerar muy afligidos, aunque sin darse cuenta, al Dios de las batallas... “Ya lo sabéis, niños —exclama el maestro—. Dios crió a los hombres para amparar exclusivamente a nosotros, a los cristianos...” Y todos los niños se acostumbran a ver en las demás razas una humanidad inferior y digna de ser exterminada. En las escuelas en vez de enseñar el triunfo de la verdad sobre la fuerza enseñan el apoteosis de la crueldad y la razón espantosa de la fuerza... Todas las historias de los pueblos tan llenas de horrores sirven de guía a la juventud en vez de ampararse en la inefable luminosidad del Evangelio de Jesús. Desde nuestros primeros años nos predican la guerra como cosa necesaria para la gloria de la patria. El patriotismo borró de la historia a los espíritus débiles pero llenos de amor... Cuando en la historia nos quieren hablar de Dios, aparece la espantosa Inquisición. Cuando de formas de pedir misericordia, aparece aquel formidable espíritu del mal llamado Domingo de Guzmán. Cuando nos hablan de la fe en el más allá, nos enseñan la execrable figura del rey Carlos, el encantado por Barrabás. El maestro se levanta y dice: “¡Amar a España! En sus dominios no se ponía nunca el sol”. ¡Ay, nuestras gloriosas tradiciones! Todas incubadas en la maldad y amparadas cobardemente a la sombra augusta de la cruz... España tomó para encubrir sus maldades a Cristo crucificado. Por eso aún vemos su ultrajada imagen por todos los rincones. Con el nombre de Jesús se tostaban hombres. En el nombre de Jesús se consumó el gran crimen de la Inquisición. Con el nombre de Jesús se echó a la ciencia de nuestro suelo. Con el nombre de Jesús ampararon infamias de la guerra. Con el nombre de Jesús inventaron la leyenda de Santiago guerrero. Toman la luz y la hacen oscuridad. Toman la paz y la hacen luchas. Toman la gloria del amor eterno y crean la fuerza para amordazar conciencias. Estos son los crímenes de lo que llaman patriotismo. Estas son las aureolas de la bandera española. Todas las banderas de todas las naciones están nimbadas de sangre mártir que no dio la fuerza que según los reyes debió dar, ¡Ay Dios mío! ¿Hasta cuándo hemos de invocar a nuestras tradiciones....? Porque aquí en España pocas veces se nombran en las escuelas aquellos hombres suaves y plácidos que predicaron la paz por las mesetas castellanas y no los mientan por considerarlos malos españoles indignos de pertenecer a este desventurado país. Nuestra tradición guerrera no significa nada, puesto que el presente no dio su utilidad. ¿A qué oscurecer  la conciencia con los recuerdos de sangre?  Debemos de formar en las escuelas ciudadanos amantes de la paz y conocedores del Evangelio. Debemos de crear hombres que no sepan que existió el desdichado Fernando el Santo ni Isabel la fanática ni Carlos el inflexible ni Pedros ni Felipes ni Alfonsos ni Ramiros. Debemos de resucitar las almas niñas contándoles que España fue la cuna de Teresa la admirable, de Juan el maravilloso, de Don Quijote divino y de todos nuestros poetas y cantores. Ocultar a los niños que tuvimos reyes fratricidas y sanguinarios.  Borrar de las conciencias el admirado Gran Capitán y echar el velo del olvido sobre el pasado. Que en las escuelas en vez de decir cantando “A Felipe I sucedió Felipe II”, que griten los niños “y nació Cervantes y Fray Luis”. Inculcar el amor a toda la humanidad en los niños y el odio a las espadas y a los escudos... y que una mañana, mañana con arreboles de sol glorioso y perfumes de verdad y justicia, vayan todos los niños en procesión a los campos con las manos llenas de rosas y claveles y que se detengan frente a un gran monte de libros de nuestra historia que esté ardiendo con gran furia, y los niños cantarán el amor de la humanidad. Luego que sea el monte ceniza, que arrojen sobre él las flores y de ellas surgirá el milagro. Un evangelio gigante se abrirá y los niños leerán el consuelo para la vida... y del horizonte brotará la aurora de una paz infinita. Hay que arrancar las nefastas ideas patrióticas de la juventud como hay que arrancar a los patrioteros por honor a nuestras madres el concepto de la patria madre. ¡Nunca puede ser madre nuestra la que según decís tenemos que dar la última gota de nuestra sangre por ella! Ella nos lo manda y eso no lo ordena ninguna madre. Vosotros los que empuñáis eternamente las armas, en vez de empuñar el arado o alguna cosa santa y útil, no sabéis lo que es una madre. Las vuestras al permitir que fuerais fratricidas ya dieron prueba de que no os sintieron en sus entrañas. ¡No, señores luchadores de oficio! ¡No! ¡No! y ¡No! Las madres que poseemos son la que nos dio el ser y la de todos los hombres. La Humanidad. ¡No, caballeros del bufido y la espuela! La madre es el amor gigante, la piedad, el sacrificio. El único amor verdadero que poseemos en la vida. La madre es la compasión, la luz, el beso de Dios. La madre es el cuerpo del cual somos alma y corazón. ¡No, patriotas oscuros, la patria no es nuestra segunda madre! En todo caso una madrastra como la de Cenicienta. Lo que nos envía a matar hombres contra la razón no puede ser madre. Hay que ser hijos de la verdadera patria. La patria del amor y de la igualdad.

Invocación

¡Ay, desdichada España! País de negruras, de fuego y horror. Apoteosis de la imbecilidad dirigida por curas lujuriosos, toreros, chulos, prostitutas sin alma, ladrones de frac e ignorantes de fe. ¡Ay, divino país de colores, de apasionamientos, de sonidos y de religiosidad campestre! ¡Ay! ¡Ay, tierra mártir de unos cuantos espectros del mal que maman en tus ricos senos tu pureza y tu hermosura! ¡Ay, desierto en donde mueren las ideas grandes! ¡Ay, pueblo débil y durmiente que has asesinado a Alonso Quijano el Bueno! ¡Ay, multitud fría y sin alma que abandonas a los Cristos que salen a redimirte...! ¡Ay, moribunda España! Hombres sin sangre y sin bríos amordazados por los vampiros de la noche de la razón... Desdichado país cubierto de cipreses de muerte... Estabas hundido en los ponzoñosos lagos de los crímenes políticos y unos caballeros andantes del bien te quisieron salvar... ¡Ay, y no pudieron porque tu corazón no se despertó del todo y volcaron sobre él la fuerza eternamente injusta! ¡Ay, mártires de las ideas de la fraternidad calumniados por los eternos comediantes del mal! Nubes de apasionamiento y romanticismo que os disolvieron antes de que escanciarais vuestros perfumes. Hombres todo corazón que pasasteis un calvario de dolor entre los que se llaman patriotas. Espíritus de amistad y de bienestar, que os cortaron las alas en el primer vuelo gigante. Caballeros pregones del humilde que quisisteis escribir la salvación sobre el cadáver de España... Amaneceres de juventud que cubrió con su manto ignominioso la vejez desastrosa. Sacrificados de vuestros sentimientos que abandonasteis vuestro bienestar del hogar por amor a vuestro pueblo. ¡Admirables valientes de la verdad! Ya lo veis, los que ordenan las cosas de vuestro país os arrojan tonsurados y disfrazados con el traje afrentoso sobre un lago de horror para toda vuestra vida. ¡No! ¡No! ¡Mártires! ¡Cristo! ¡Quijotes! Imposible. Vuestro pueblo rugirá; aún es león. ¿Dónde están los poetas para que lloren? ¿Dónde se ocultan las liras del dolor? ¿Por qué senda se perdieron los ecos del español todo pasión? ¡Admirables caballeros de la igualdad, el divino poeta Hugo está llorando por vosotros en el infinito!


El ensayo 'El patriotismo', firmado por Lorca el 29 de octubre de 1917, se incluyó en el tomo IV (“Primeros Escritos”) de las Obras completas de Federico García Lorca a cargo de Miguel García- Posada (Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 1997), págs. 731-36.

Farsa,crimen y negocios de Yotuel