viernes, julio 14, 2006
El otro mundial
Danza de euros en Alemania... miseria y prostitución para nuestras mujeres... Con cada gol, millones de gritos salen de gargantas que pueden hablar los idiomas más disímiles, pero unidas por ese rugido que emparienta a todos los homo sapiens. Se calcula que tres millones de aficionados siguen a sus clubes preferidos y que Alemania tiene suficiente alcohol para satisfacer las bocas sedientas de los hinchas. Y también ofertará prostitutas. Todo a lo alemán: con visos de legalidad y con condiciones creadas, para que haya fútbol, alcohol y sexo.
Millones de hombres y mujeres, niños y viejos, negros, amarillos o blancos, en el Norte o en el Sur, tienen hoy un punto de mira: Alemania. No importa que su país no esté representado, la apuesta va por el equipo de su preferencia que puede ser el Brasil del juego bonito, lleno de estrellas, o el teutón, suerte de aplanadora que juega en su patio. Con cada gol, millones de gritos salen de gargantas que pueden hablar los idiomas más disímiles, pero unidas por ese rugido que emparienta a todos los homo sapiens. Se calcula que tres millones de aficionados siguen a sus clubes preferidos y que Alemania tiene suficiente alcohol para satisfacer las bocas sedientas de los hinchas. Y también ofertará prostitutas.
Todo a lo alemán: con visos de legalidad y con condiciones creadas, para que haya fútbol, alcohol y sexo. Por ejemplo, Eros-Center es un complejo sexual de 3000 metros cuadrados, construido en las proximidades del Estadio Olímpico de Berlín. Con 650 cabinas de “prestaciones”, duchas y preservativos puede satisfacer los más sofisticados gustos. Colonia creó “performance-boxes”, con cabinas en las que se encuentran cama, ducha y distribuidor de preservativos. Estas “instituciones” están, por supuesto, en los alrededores del estadio, mientras en Dortmund han optado por el “drive-in”, un discreto y cómodo acceso en vehículo. Pero, a menos de diez minutos en auto y unos 25 a pie del estadio berlinés, florece El Artemis, “el rincón más caliente de Berlín”, burdel mayor del continente europeo.
Es un edificio de 4 000 metros cuadrados destinado a proporcionar todo tipo de placeres única y exclusivamente a los heterosexuales masculinos (la entrada está prohibida a las mujeres, como clientes, por supuesto). El local está abierto 361 días al año, desde las 11:00 hasta las 5:00 horas. Pocos días antes del mundial Egbert Krumeich, gerente del burdel, declaró que “el Artemis y sus 40 prostitutas están preparados para atender a más de 400 clientes al día, así como para prestar servicios en una suite especial a futbolistas de elite, garantizando la máxima discreción, o enviar chicas a sus hoteles... lo tenemos todo preparado”.
Krumeich puede trabajar a gusto: en Alemania desde el 2002 la prostitución es legal. Se dijo entonces y dice ahora que con tal actitud gubernamental se consigue mayor cuidado de las prostitutas, que tengan seguridad social, exijan el pago, en fin… sean explotadas como obreras textiles o ferroviarias. Unas 400 000 mujeres se dedican en Alemania a la industria del sexo, cuyas ganancias ascienden a unos 18 mil millones de dólares estadounidenses al año. La industria de la prostitución es de tal modo lucrativa que la inversión de 6,4 millones de euros queda casi amortizado en seis meses. Se dice que Berlín vio caer el llamado “muro de la vergüenza” en 1989, pero persiste “la vergüenza del muro” que controla la inmigración.
Este da paso o no en dependencia de los intereses económicos. Para el mundial tienen permiso de residencia temporal cuarenta mil mujeres que ejercerán la prostitución. Lo terrible es que provenientes de Europa del Este una buena parte de esas mujeres, algunas adolescentes entre 14 y 17 años, han llegado allí engañadas porque sus contratos hablaban de ser camareras incluso nudistas, pero no de acostarse con los sedientos fanáticos de goles. Según la Organización Internacional de Migraciones, unas 500 000 mujeres al día son víctimas del tráfico de blancas en Europa del este y, normalmente contra su voluntad, trabajan como esclavas del sexo.
A la mayoría de ellas las engañan con la promesa de un trabajo bien pagado. “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas” asevera el Artículo 4 de los Derechos Humanos, ¿por qué se permite tremenda violación en Alemania? El vaticano, la organización Caritas, diversas organizaciones femeninas han protestado por el desparpajo con el que se promociona el sexo rentado en medio del mundial de fútbol, pero se están moviendo demasiados millones de euros.
Frente al slogan Comprar sexo no es un deporte, de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres, una empresa especializada en profilácticos ha sacado a la venta “el condón del mundial”, dicen que un modelo seguro con la imagen del balón del campeonato en la punta. Si las voces más lúcidas del mundo proclaman la necesidad de que el deporte deje de ser un negocio en la que un atleta es vendido como un carro de último modelo, también se impone una lucha tenaz contra los propulsores de la trata de blancas, las nuevas esclavas del siglo XXI.
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