Labordeta, un hombre sin más', se estrena en cines. |
20 septiembre 2022 Una lectura de 4 minutos
El documental comienza con una capilla ardiente. Colas de personas para dar un último adiós. El visionado coincide con el funeral de la reina de Inglaterra, que lleva más de una semana por todas las televisiones, por todos las redes, por todos los medios de comunicación. A quien despiden en esta otra pantalla, sin embargo, no es un rey, ni lo velan en un palacio, ni murió estos días. Es Labordeta, un hombre sin más, como se titula la cinta que se estrena este viernes en cines, doce años después de su muerte por un cáncer.
“Es la letra de papá”, dicen sus hijas en un momento del documental a su madre, Juana de Grandes, con ese pellizco de incredulidad y a la vez mágico que se te coge por dentro al pensar que quien hizo esos garabatos fue él, una persona que estaba viva y que ya no está, que fue tu padre o tu marido o tu amigo.
Juana muestra a sus hijas el diario de su padre en una escena del documental. |
Labordeta, el cantautor, el poeta, el profesor, el político, el hombre que puso el alma a Un país en la mochila, el que mandó a la mierda a los diputados del PP en el Congreso, y el que no ha visto toda la podredumbre que se está cociendo ahora, es alguien a quien, con mucha más razón, doce años después de su muerte, se le sigue echando de menos.
Cuando una ve el documental –codirigido por Paula Labordeta y Gaizka Urresti– concluye, además, que es alguien, un hombre –no un rey, no un político, no un gurú– que debería estar siempre, también en esta época, en la que podemos tararear su Canto a la libertad a veces con alegría, a veces con tristeza, a veces con esperanza –como cuenta Juana que hacía él– ante la situación de desigualdad, polarización y pobreza que estamos viviendo ahora –como hacía él cuando murió Franco–. “Habrá un día en que todos / al levantar la vista / veremos una tierra que ponga libertad”. Es prácticamente imposible no emocionarse en este pasaje.
Él mismo se lo dice a su amigo Eloy Fernández, con quien se embarca en el camino para reivindicar que Aragón existe, que los aragoneses existen, que están ahí: no hemos hecho bien las cosas, tenemos que seguir trabajando. Y eso es lo que, a través del testimonio de su mujer y de sus tres hijas, Paula, Ana y Ángela, muestra también la cinta: un hombre que sufrió mucho por el mundo que tenía alrededor, al que le afectaba todo, las injusticias, las desigualdades, que se sintió completamente solo y pasó por muchos momentos de desasosiego, en constante desazón. “Desearía volver a hablar de mi mujer y de mi hija. Gracias a las dos vivo y supero esas crisis producidas por mi melancolía, ambas me hacen olvidar todo”, dejó escrito en el diario el 9 de octubre de 1966.
En ese recorrido hacia atrás, descubres a un hombre que no sabía bien qué hacer con su vida, que no quería estudiar oposiciones, que quería escribir siempre… Piensas, tal vez, en cualquier hombre de hoy en día, en cualquier mujer, en cualquier joven. Descubres a un hombre que cantó porque sabía que la canción llegaba, que era útil, pero que lo que quería de verdad era hacer poesía. “Asesinaos si así lo deseáis… Asesinaos, pero vosotros”, le leyó a Aznar en el Congreso, los versos de su hermano Miguel, cuando no había manera de que todo un presidente del Gobierno entendiera que las guerras son guerras, que no hay vencedores ni vencidos, que lo que hay son pérdidas por doquier.
Estamos hablando de un hombre al que también escupieron por la calle en los años de la mayoría absoluta de la derecha, al que le dibujaron una cruz gamada en el ascensor. Un hombre intimista, melancólico, que se fue una temporada solo con un dinero que le tocó en la lotería para leerse el Ulises de Joyce y decidir si seguía adelante con su noviazgo. Así, con la alegría de sentirse de nuevo, por unos instantes, en aquel momento ya pasado, se lo cuenta Juana a sus dos nietas en el documental, la mujer que estuvo siempre a su lado y que, de alguna manera, sentía que se lo habían robado, que tenía que reconstruir su vida para poder estar en paz. “Cuando lo dejó todo, fue para morir”.
Juana con sus nietas. |
La última página de su diario, escrita el 3 de julio de 1978, fue un aviso entonces, pero también lo es hoy para ese individualismo que campa cada vez más a sus anchas: es lamentable comprobar, cómo después de tanto trabajo, nadie ha entendido nada. Una nueva lección de un hombre, que, como dice su familia, siempre dio lecciones sin querer darlas.
Paula Labordeta y Gaizka Urresti han codirigido el documental. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario