lunes, noviembre 25, 2024

Así combatieron la religión con CARTELES los bolcheviques

Russia Beyond


25 de noviembre de 2024 by Alexandra Gúzeva
La propaganda soviética fue bastante creativa a la hora de crear percepciones negativas de la Iglesia y los sacerdotes en numerosas imágenes visuales.
Karl Marx escribió:”La religión es el opio del pueblo”. Vladímir Lenin repitió esta formulación en sus escritos más de una vez. La frase se convirtió en un verdadero eslogan de los bolcheviques. El líder de la revolución escribió que es la posición impotente de la clase oprimida y su incapacidad para resistir a los “explotadores” que dan lugar a la creencia en algún tipo de vida mejor después de la muerte. La religión les ofrece “una justificación barata para toda su existencia explotadora”.
Veamos algunos de los carteles creados para luchar contra la Iglesia.
1. ‘La religión es opio para el pueblo’.

Foto de archivo

2. ‘El rey, los papas y los ricos están sobre los hombros del pueblo trabajador’.

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3. ‘La religión es veneno, cuida de los niños’ (a la derecha del cartel - Escuela).

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4. ‘Quién está en contra de los soviéticos’.

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5. Cartel de la revista ‘Sin dios en la máquina’.


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Savaof: Sólo tú, camarada Buda, no has sido arrastrado todavía
Alá: Camine alegremente, por favor camine
Jehová: Eh, camine. No todos nosotros ni tu nombre.  Y, por favor, aféitate

nombre.  Y, por favor, aféitate

6. Los ojos de un campesino están cubiertos con una venda con la inscripción ‘Credos’



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7. ‘Los reyes terrenales están acabados. Procedamos con los celestiales’.

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8. ‘Lucha contra la religión. ¡¡¡Lucha por el socialismo!!!’

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9. Cómo roban los curas al pueblo. ‘Todos los hombres son hermanos, ¡me gusta quedarme con bienes de los míos

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10. ‘¡Con la pluma de un rabkor y la luz de la ciencia, desenmascarar las cosas sectarias!’

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11. ‘Basta de engaños’.

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12. ‘Gracias por la cultura, una contribución gigantesca. Ahora vete a la estantería donde están los mito’

13. ‘La cruz y el tractor’.

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14. ‘Por el 11º aniversario de la Constitución soviética’.

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15. ‘Dios no existe’.


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lunes, noviembre 04, 2024

Serrat y la progresía monárquica del 78

 

Federación de Republicanos (RPS)


Como cada año, Oviedo se ha engalanado para la entrega de los Premios Princesa de Asturias. El evento es todo un acto de magnanimidad de la monarquía, que usa a los asturianos y asturianas y su bucólica geografía como escenario para vender campechanía, cercanía y, sobre todo, vampirizar el prestigio de los premiados. Los fastos de estos premios tienen un presupuesto anual de casi siete millones de euros que salen, sobre todo, de dinero público y de donaciones de las empresas oligárquicas españolas, gracias a una ley de mecenazgo que beneficia fiscalmente a las compañías que patrocinan la gran cita anual de legitimación popular de los Borbones.


En la edición de este año, uno de los premios ha sido ni más ni menos que Joan Manuel Serrat, que lleva sin cantar desde 2022 y ha usado el homenaje para despedirse de su público. Aunque no lo parezca, el premio se lo ha entregado Serrat a la monarquía.


Los Premios Princesa de Asturias suponen que la monarquía se aprovecha del prestigio social de los galardonados para premiarse a sí misma, para proyectarse a través del esfuerzo y méritos de los homenajeados e ir trabajando la buena prensa del heredero o heredera al trono. Y es aquí donde entra en juego Joan Manuel Serrat, que en 1968 se negó a ir a Eurovisión porque le negaron poder cantar en catalán.


56 años después, el cantautor catalán se ha prestado de forma acrítica a ser utilizado por la línea sucesoria del dictador, que es en realidad lo que significa políticamente la monarquía española. En un momento donde la monarquía goza cada vez de menos apoyo popular por su corrupción, Serrat ha usado todo su capital simbólico para regalárselo a la Familia Real. Eso sí, lo ha hecho con mucha poesía, haciendo un discurso precioso contra el neoliberalismo y mostrando su inconformidad con el mundo injusto en el que vivimos. Mucha poesía para endulzar demasiada porquería.


Joan Manuel Serrat se podría haber negado a aceptar un premio que entrega un jefe de Estado cuya legitimidad se basa en el nombramiento del dictador que le prohibió cantar en catalán en Eurovisión. Descartada la opción más valiente, al menos podría haber tenido en su discurso alguna crítica a la monarquía, a su corrupción o incluso a las revelaciones de Barbara Rey en las que deja entrever que el 23F fue un autogolpe de Estado del propio Juan Carlos de Borbón para hacer olvidar que su nombramiento provenía directamente del deseo de Franco y con ello hacer juancarlista a Felipe González y a las bases del PSOE.


Joan Manuel Serrat ha envejecido ideológicamente igual de mal que la progresía del 78, que rápidamente entendió que para ganar dinero, estatus y que se le abrieran las puertas de la Corte tenían que adaptarse a las imposiciones del postfranquismo. Escribo postfranquismo y no Transición porque en España no podremos hablar de Transición hasta que no nos dejen votar en referéndum sobre la Jefatura de Estado.


El discurso de Joan Manuel Serrat en la entrega de los Premios Princesa de Asturias fue precioso, pero de un símbolo como él se hubiera esperado mayor compromiso democrático. Joan Manuel Serrat, como otros ilustres progres del Régimen del 78, no tuvo ningún problema en firmar manifiestos en contra de un referéndum en Cataluña cuando el procés puso en jaque al régimen monárquico, pero está todavía por ver que se posicione abiertamente contra la institución heredera del franquismo.


Fuente: DiarioRed

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