El trovador cubano Fernando Bécquer, sancionado por abusos lascivos, ha sido encarcelado. La evolución en el tiempo de este caso puede marcar un antes y un después en la respuesta pública a las violencias machistas en la nación caribeña.
El lunes 9 de enero, a pesar de estar cumpliendo una sanción de libertad limitada, Fernando Bécquer arremetió en Facebook contra las feministas y en particular las mujeres que lo denunciaron por violencia sexual en 2021.
La misoginia y agresión hacia las demandantes fue tal que los textos de Bécquer desencadenaron la indignación y denuncia en las redes sociales de activistas, escritoras, especialistas y personas sensibles, hasta conseguir que los textos fueran eliminados de la plataforma online.
Entre los primeros posicionamientos oficiales estuvo el de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que publicó en Twitter una declaración donde afirmó que en los textos compartidos por el músico cubano “hay una profunda expresión de misoginia, que muestra su desprecio por las mujeres y la ignorancia sobre lo que es el feminismo. Lejos de mostrar respeto y arrepentimiento ante la justicia, actúa con total impunidad.”
Pocas horas después, el Instituto Cubano de la Música y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), dos actores que hasta el momento no se habían posicionado ni tomado acciones al respecto, dieron a conocer sendas declaraciones condenando las publicaciones del trovador.
Al día siguiente, 10 de enero, Bécquer pidió disculpas a la FMC, se dijo inocente y se escudó en su militancia política.
“…me disculpo con la FMC, me disculpo, con la mujer cubana y no con las que usan el feminismo para hacer contrarrevolución usando mi nombre, ya que no es un secreto ni lo será nunca que soy un trovador de patria o muerte”, afirmó.
Sin embargo, ninguna de estas justificaciones se sostuvo en el tiempo. El propio día 10 enero, el Tribunal Provincial de La Habana revocó la sanción alternativa de tres años y cuatro meses de limitación de libertad (libertad vigilada), impuesta a Bécquer en un proceso de apelación, algo desconocido hasta el 12 de enero, día en que se publicó la nota del Tribunal.
“La nueva decisión del referido tribunal de justicia, basada en el Artículo 33 apartado 1, inciso b) de la Ley No. 152 de 2022 –Ley de Ejecución Penal–, obedece a que el ciudadano Bécquer Cifuentes ha incurrido recientemente en graves hechos que incumplen, de manera flagrante y notoria, los requerimientos de buena conducta y respeto a las normas de convivencia social, a que venía obligado en cumplimiento de la mencionada situación legal, tal y como había sido previamente advertido”, refiere la información oficial.
Al respecto, la abogada Alina Herrera explicó en Facebook que no fue “la letra de una canción la que fuera motivo de denuncia o revocación por sí misma. Es que la letra contenía lascivia y su autor había sido encontrado culpable de abusos lascivos por un tribunal facultado”, escribió.
“Lo anterior presupone que la subsidiaria con la que fue beneficiado no se cumplió, por tanto, la revocación era inminente”, afirmó la jurista.
Tiempos que se acortan ¿Cuba está cambiando?
Apenas 72 horas separaron las expresiones misóginas y violentas de Fernando Bécquer de la revocación de su sentencia mediante el dictamen del Tribunal Provincial; algo inédito para un caso que no se caracterizó por la celeridad.
El 8 de diciembre de 2021 cinco mujeres ofrecieron sus testimonios al medio El Estornudo. Ellas contaron lo que otras cubanas confirmaron después: Bécquer se servía de su posición social, su profesión y conocimientos de la religión afrocubana para aprovecharse de un momento de vulnerabilidad, engañarlas y abusar de ellas sexualmente.
Días después, la escritora Elaine Vilar Madruga fue la primera en denunciarlo ante la policía. A ella se unieron otras cinco cubanas que llegaron a juicio. Varios medios refieren que unas 30 mujeres alegan haber sido víctimas de Bécquer y algunas víctimas fuera del país expusieron en redes sociales y medios de prensa las dificultades para asentar una denuncia formal y la revictimización que sufrieron durante el proceso.
Debieron pasar 10 meses, casi un año, para que se llegara al juicio. En ese tiempo, las denunciantes, otras activistas y comunicadoras cubanas mostraron en redes sociales el acoso, la beligerancia, la revictimización y la politización del caso.
Cuando el 19 de octubre se dictó sentencia y Fernando Bécquer fue hallado culpable, una parte importante de la reparación llegó, pero fue incompleta. La declaración fue reconocida como un paso fundamental, no así la sentencia de cinco años subsidiada con limitación de libertad.
En aquel momento, Elaine Vilar Madruga reclamó una sanción social a quien se hizo valer de su estatus de músico para llegar a sus víctimas, mujeres jóvenes en su mayoría.
“Ojalá la radio y la televisión nacionales tengan igual deferencia hacia las mujeres que por más de 20 años este ser ha depredado. Ojalá el Ministerio de Cultura tenga en cuenta esta sentencia de culpabilidad y no se le permita acceso a un escenario. La gente decente de este país lo pide y lo espera”, dijo Vilar Madruga en su perfil de Facebook.
Tres meses después ese círculo se cerraba. “La muchacha que una vez fui, la que guardó silencio por juventud y miedo, tiene hoy un poco de la paz que merece”, publicó la escritora cubana al saber, el pasado 12 de enero de 2023, que los tres años y cuatro meses de la sanción se cumplirán en régimen penitenciario.
“Y esa paz quisiera que les llegara especialmente a todas las mujeres, a todas las muchachas que me escribieron durante meses diciéndome que ellas también habían sido abusadas por Bécquer, pero que no podían denunciar”, agregó en un post de la red social.
¿Qué cambió entonces? ¿El compromiso de hoy seguirá presente mañana?
“Si en diciembre de 2021 me pronuncié sobre el tema en este muro de FB, más que todo como ciudadana, hoy lo hago desde mi condición de miembro de la UNEAC y de artista unida por sólidos lazos a las instituciones culturales de este país, a muchos artistas en activo y al público”, dijo la trovadora Rita del Prado en su muro de Facebook el día 10 de enero.
“Aclaro con todo respeto: no le estoy pidiendo entre líneas a ningún colega ni funcionario que me llame para contarme confidencialmente cuáles decisiones se han tomado con este caso. Lo espero como un mensaje claro, abierto, oficial y colectivo, pues colectivas son la indignación y la expectativa de que alguna autoridad interrumpa la impunidad y desfachatez de Bécquer”, demandó la artista.
Ese mismo día y en esa misma red social, la escritora e investigadora espirituana Yanetsy Pino Sierra reclamaba que se hicieran efectivas las normas y leyes existentes en Cuba.
La nación del Caribe aprobó en los últimos años una Estrategia Integral de Prevención y atención a la Violencia de Género y en el Escenario Familiar y nuevos Código Penal, de Procesos y de Familia, con cambios sustanciales en el enfrentamiento a la violencia de género. Además, en 2021 se aprobó el Decreto-Ley 35 que regula las telecomunicaciones en Cuba, prohíbe la difusión de noticias falsas y la incitación a la violencia, entre otros asuntos.
“Acaben de aplicar las leyes con la debida justicia o las mujeres seguiremos vulnerables hasta el fin de nuestros días”, dijo Pino.
Hasta el cierre de esta nota, una mirada a las publicaciones de medios nacionales y a las redes sociales deja ver comentarios de usuarios más sensibilizados con la problemática y en acuerdo con la sanción contra el trovador cubano.
El rol de los medios de comunicación como espacio de denuncia, el alcance de las redes sociales para la movilización virtual y el activismo, el acompañamiento de las mujeres desde las organizaciones y colectivos independientes y la respuesta de las instituciones mandatadas a hacerlo son aprendizajes de este caso que ameritan multiplicarse en otros espacios menos mediáticos.
Desmontando prejuicios: la ideología como justificante machista
En todo momento Fernando Bécquer aludió a las denuncias en su contra como un show montado por su apoyo al gobierno y la Revolución. Esa postura fue asumida por otras personas, incluyendo artistas que le siguieron el coro desde el inicio. Sin embargo, los hechos recientes desmontaron esa estrategia, por baja y falsa.
La escritora Laidi Fernández de Juan opinó al respecto en el portal cultura La Jiribilla: “Politizar la violencia, viejo recurso, además de manipulador, es un mecanismo absurdo, inútil e inadmisible. Basta ya de engaños. Hablando en plata: todos somos vulnerables al maltrato, todos debemos unirnos contra él y todos tenemos el deber de combatirlo, como el cirujano que extirpa un tumor”.
El educador popular Joel Suárez, integrante de la mesa colegiada del Centro Martin Luther King, se sumó a las críticas contra Bécquer en redes sociales.
“La eticidad de la Revolución no admite que bajo su nombre se quiera refugiar quien comete un acto lesivo de la dignidad humana…”, dijo Suárez.
Por su parte, la periodista Ania Terrero se refirió a una “nueva ola de hombres machistas que se catalogan a sí mismos como ‘rojos’, ‘revolucionarios’, ‘súper comunistas’ e intentan mostrar el feminismo floreciente en Cuba únicamente como ‘una patraña del imperialismo’, ‘una estrategia para hacer contrarrevolución’.
“Esta nueva versión del machismo, este mismo problema de siempre con otros perfiles -a veces falsos- como fachada, confirma que el feminismo es, sobre todo, urgente”, agregó Terrero.
Fernando Bécquer no es el primer victimario que se escuda en su ideología política ante una denuncia por violencia machista. Una década antes, en 2013, se catalogó la encarcelación del escritor y opositor cubano Ángel Santisteban por violencia contra su expareja como un juicio por motivos políticos.
Entonces la iniciativa conocida como Tod@s contra la violencia reunió, a través de correo electrónico, los apoyos de más de 200 personas en un llamamiento contra la violencia machista y por una ley integral en Cuba.
“Rechazamos la manipulación política de este caso, con su consecuente naturalización de la violencia contra la mujer, así como la repetida agresión a la víctima, al exponerla repetidamente sin consideración alguna”, reconocieron promotoras de la iniciativa en aquel momento. Lo vivido entonces y por estos días en La Habana revela que es estratégico y sistemático el empuje y la persistencia de las mujeres, las feministas y especialistas cubanas que, iniciando 2023, han exigido se cumpla la ley y se haga justicia. Estos son otros tiempos y ellas lo saben.
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