jueves, marzo 13, 2025

¡Gracias, Paulito! (+ Fotos)

 En el escenario se entregó siempre con la fuerza del primer día


La música popular cubana pierde a uno de sus más carismáticos exponentes. Foto: José Manuel Correa

















La música popular cubana enmudece nuevamente ante la pérdida de uno de sus más carismáticos exponentes: Pablo Fernández Gallo. Desde el mismo instante del trágico suceso, las reacciones de otros artistas, directivos del Instituto Cubano de la Música y de sus seguidores no se hicieron esperar, aunque siempre albergábamos la esperanza de que todo fuera un malentendido. Lamentablemente no, Paulo FG había fallecido.

Remontarse a su obra creativa nos obliga a recurrir a tiempos en los que la experimentación –esa línea constante en nuestra música– pululaba por doquier, y una banda llamada Opus 13, en la década del 80, era un referente obligatorio para degustar tanto lo bailable como lo irremediablemente transgresor desde sus originales arreglos. No por gusto Joaquín Betancourt y Juan Manuel Ceruto fueron los arquitectos musicales de aquella magnífica escuela para una importante generación de artistas.

También Dan Den –bajo la guía del pianista y compositor Juan Carlos Alfonso– ayudó a ir consolidando el estilo único e irreverente que se gestaba en aquel espigado y carismático cantante; hasta que, en 1992, Opus 13 daría paso al nacimiento de su proyecto personal, y que llega hasta hoy: la Élite.

Con toda la eclosión sonora de la citada década, unida a una historia prolífica de estilos y nombres anteriores a esta, como la Orquesta Cubana de Música Moderna, Los Van Van, Irakere o ng La Banda, por nombrar solo algunos puntos referenciales, estaban creadas las condiciones para que el joven Paulo comenzara su despegue en solitario.

Su discografía fue siempre reflejo de su carisma musical, hecho que, unido a su estilo interpretativo y escénico, expresado en su peculiar forma de bailar y desplazarse por el escenario, le hizo recorrer en poco tiempo el sendero no siempre fácil de una vertiginosa popularidad a nivel nacional, a pocos meses del estreno de su banda.

Sus dos primeras producciones discográficas con la nueva orquesta, tituladas Tú no me calculas (1993) y Sofocándote (1995), fueron muy significativas para el nuevo panorama timbero cubano, y también sirvieron para que su público le apodara como «el sofocador de la salsa»; hasta que en 1997 llegó el álbum Con la conciencia tranquila, y pegó varios temas, aunque fue De La Habana el más escuchado, cuyo estribillo le ganara otro apodo: esta vez sería «el especulador de La Habana».

Pero un disco que nos muestra a un artista preocupado por su entorno sonoro, y por explorar nuevas zonas interpretativas, fue sin lugar a dudas Ilusión (2005), conformado completamente por canciones y boleros; en cuya portada estuvo una obra pictórica del actor y artista visual Jorge Perugorría. Este resultó el único registro fonográfico, en toda su carrera, de una de las más grandes pasiones del cantante.

Su obra y su genialidad quedan truncadas y de seguro extrañaremos su espontaneidad, su carisma, su sensibilidad y el profundo respeto por su público, al que nunca defraudó ni tampoco hirió de ninguna forma, entregándose en el escenario con la fuerza del primer día. ¡Gracias por todo, Paulito!

 

Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios

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