Emotivo arranque de su regreso a Chile
Martes, 30 de Septiembre de 2025
Lunes 29 de septiembre, 2025
Movistar Arena, Santiago
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No lo vamos a descubrir ahora. Sobre el escenario, Silvio Rodríguez no se comunica mucho con el público. Pareciese que el célebre creador, que ha hecho de la palabra un recurso valioso, remite todo su caudal creativo a las canciones. La demagogia y frases hechas no tienen cabida en su velada: no necesita decir “¿Qué tal todo, Santiago?” o aseverar encontrarse frente al mejor público del mundo para tener a todos atentos, deseosos de volver a escucharlo después de casi ocho años. Sus interacciones con los asistentes -que barrieron con todas las entradas apenas se anunciaron sus cuatro presentaciones en el Movistar Arena- fueron escuetas, pero significativas. Antes de ‘Santiago de Chile’ mencionó su primera visita a nuestro país, en septiembre de 1972, en plena Unidad Popular. El cariño por Chile es genuino, una retroalimentación acentuada por su decisión de invitar a cuatro nombres locales en la apertura -ayer fue el turno de Manuel García, le seguirán Nano Stern, Illapu y Patricio Anabalón-, pero también por su delicada interpretación de ‘Te Recuerdo Amanda’, el himno inmortal de Víctor Jara, cuyo nacimiento y asesinato también ocurrieron en el mes de septiembre.
“Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser bueno es el único modo de ser libre”, fueron parte del inicio de su concierto, un extracto de “Maestros Ambulantes”, el ensayo de José Martí, el escritor y poeta que vio en el arte un medio para la mejoría social y la autonomía del continente, ideales que comparte Rodríguez. Arropado de un grupo de primer nivel, ofreció un acertado recorrido por clásicos, homenajes, instantes inolvidables y una prueba del impacto que su estela ha dejado, de manera especial, en este rincón del mundo. Se le emparenta, y con justa razón, a la trova, pero en vivo es mucho más que eso, hay retazos de jazz, fusión y también folclore del caribe. ‘Escaramujo’ y su cadencia fue un vivo ejemplo. Portador de clásicos continentales, esta vuelta del nacido en San Antonio de los Baños, también fue la oportunidad de disfrutar su vigencia. El año pasado apareció un nuevo disco de canciones, “Quería Saber”, del que interpretó ‘América’ y ‘Nuestro Después’.
Desde la dulce ‘Te Amaré’ -con Malva, hija del cantautor, en el piano- hasta ese acorazado llamado ‘El Necio’, los homenajes con sentido al recordado Pablo Milanés con la inmortal ‘Yolanda’, Vicente Feliú (‘Créeme’) y Noel Nicola (‘Es más, te Perdono’); Silvio Rodríguez fue demostrando, como si lo necesitase, una trascendencia que excede el terreno musical. Lo hizo desde el escenario, apostando por una sobria escenografía, sin pantallas gigantes ni artilugios tan propios de los megaespectáculos. Podría llenar varios estadios pero actuó en una arena para 14 mil personas. En el centro del escenario rasguea su guitarra con suavidad y arpegia con autoridad, como el tremendo creador de melodías que es. ¿Cómo no rendirse a esa gran composición llamada ‘Quien Fuera’? El acompañamiento musical no le quitó intimidad gracias a la ovacionada intervención de Niurka González, esposa de Rodríguez, quien se lució en flauta y clarinete. La voz del cubano, otra cosa: quedó encapsulada en un estado de gracia. Interpretó ‘La Era Está Pariendo un Corazón’, ‘Ojalá’ y ‘Ángel Para un Final’ y su garganta nunca acusó el más mínimo desgaste.
A sus 78 años, Silvio Rodríguez podría estar disfrutando de un retiro más que merecido. Sin embargo, está sobre una tarima, a miles de kilómetros de su hogar. Es consciente de su posición en el colectivo artístico de Latinoamérica, homenajeó a figuras como Pepe Mujica -a quien le dedicó ‘Más Porvenir’ tras un aplauso cerrado del público-, dando cuenta también del dolor que se siente por lo que ocurre en medio oriente, citando al escritor cubano Luis Rogelio Nogueras con parte del poema “Halt”. Sus palabras fueron decidoras: “... pienso en ustedes, judíos de Jerusalén y Jericó. Pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión que, estupefactos, desnutridos, ateridos, cantaron la Hatikvah en las cámaras de gas. Pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso camino desde las colinas de Judea hasta los campos de concentración del III Reich. Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”.
A más de medio siglo de su primera visita, cuesta encontrar artistas tan queridos en Chile como Silvio Rodríguez. El segundo bis incluyó la sempiterna ‘Ojalá’ y ‘Venga la Esperanza’. No fue suficiente. Con gritos y cánticos, la gente no se movió del Movistar Arena, exigiendo un regreso que se cumplió con la hermosa ‘Pequeña Serenata Diurna’, en la que canta “Soy feliz, soy un hombre feliz”, sentimiento que inundó el recinto del Parque O’Higgins. Son sensaciones genuinas que ningún artículo de merchandising puede reemplazar, pues su música responde a una conexión más profunda y perdurable.
Jean Parraguez
Fotos: Hernán Urtubia
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