sábado, diciembre 20, 2025

Carta abierta a Robe Iniesta


Por Javier F. Ferrero

Querido Robe,

Hoy cuesta escribir. No porque falten palabras, sino porque todas parecen pequeñas al lado de lo que tú levantaste con una guitarra, una voz herida y esa forma tuya de mirar el mundo como si fuera un lugar imperfecto, pero siempre digno de ser cantado. Se nos ha ido el poeta improbable, el filósofo sin títulos, el humanista de barrio que convirtió el dolor en belleza y la rabia en refugio.

Cuesta creer que ya no estás. Porque eras de esos que una generación entera daba por eternos. Pero ahí está la fecha, el golpe seco de la noticia y ese silencio extraño que se queda cuando quien habló por miles deja de estar.

Tu historia, Robe, empieza en los márgenes. En los garitos, en las plazas, en esas primeras maquetas donde la música no aspiraba a ser industria, sino vida. En las noches duras de Plasencia, donde descubriste que la poesía no necesitaba permiso, que podías mezclar a Nietzsche con un porro, a Rimbaud con un riff de guitarra y que el mundo, por jodido que fuera, siempre tenía hueco para una verdad cantada con los dientes apretados.

Con Extremoduro inventaste un idioma. Un lenguaje que muchos tardaron años en entender, pero que miles reconocieron de inmediato porque sonaba a ellos. A lo que les pasaba, a lo que no sabían decir, a lo que les estallaba por dentro...

Fuiste arte y fuiste calle. Fuiste literatura y fuiste mugre. Fuiste ternura envuelta en cristales rotos.

Pero nunca dejaste de ser Robe.

Nunca cediste al personaje, nunca te disfrazaste para gustar y nunca hiciste concesiones. Cuando la industria quiso convertirte en producto, tú te encerraste a escribir. Cuando querían llenar escaparates con tu cara, tú preferías llenar cuadernos con versos.

Luego llegó lo imposible: reinventarte sin traicionarte. Tus discos en solitario fueron otra vida dentro de la misma vida. Cada uno era una declaración: la inspiración no se agota en quienes siempre fueron de verdad.


Lo más extraño de tu marcha es que duele como si te conociéramos de verdad. Porque, en cierto modo, así era. Nos abriste la puerta, sin filtros ni postureos. Nos dejaste entrar en tus roturas, en tus sombras y en tus ganas de vivir a pesar de todo. Nos hablaste como quien no tiene miedo a perder, porque nunca hiciste música para ganar.

Por eso hoy duele tanto.

Porque se va el último gran poeta del rock en castellano.

Porque se va alguien que nunca nos mintió.

Porque se va quien supo darle nombre a lo que no sabíamos decir.

Pero también queda algo inmenso: que nadie podrá llenar el vacío de Robe Iniesta porque nadie puede reemplazar lo que nunca fue pose, ni personaje, ni negocio.

Gracias, Robe.

Por cada verso que nos sostuvo.

Por cada canción que nos salvó.

Por recordarnos que la belleza puede surgir de la herida.

Por enseñarnos a mirar hacia adentro sin miedo.

Hoy el alma duele.

Pero también se ensancha.

Hasta siempre, poeta

Javier F Ferrero





No hay comentarios:

Carta abierta a Robe Iniesta

Por Javier F. Ferrero Querido Robe, Hoy cuesta escribir. No porque falten palabras, sino porque todas parecen pequeñas al lado de lo que tú ...